sábado, 28 de mayo de 2016

CIEN AÑOS DE BUSQUEDA DE LA INDEPENDENCIA

Esta semana hemos tenido dosis continuadas de independentismo catalán, empezamos con la pitada al himno en la final de la Copa del Rey y terminamos con la conferencia de Carles Puigdemont en el Palace de Madrid, en su debut en Madrid en una conferencia política del Fórum Europa, que versaba sobre la hoja de ruta independentista. Curiosamente en lugar de terminar en prisión por loar y presentar su Golpe de Estado, hemos visto como se despachaba amenazante: “La paciencia no es infinita, dos millones de personas no se van a ir a su casa y no vamos a esperar cruzados de brazos”. Esto no es nuevo, llevamos cien años con esta cantinela que seguramente y desgraciadamente se transformará en una experiencia dolorosa; sea cual sea su final. Precisamente en estas fechas, en 1916, se celebró en Barcelona una fiesta por la Unidad Catalana, organizada el 21 de mayo de 1916 en el Palau de la Música de Barcelona para celebrar el triunfo de la Lliga Regionalista en las recientes elecciones legislativas.


Francesc Cambó afirmó que el pleito de Cataluña es la nacionalidad” y “Cataluña”, “sabe lo que es la nacionalidad, tiene conciencia de ella y quiere el derecho a regir su vida. Queremos el régimen de nuestra vida interna, sin odio a nadie, pero con tal intensidad que combatiremos sin tregua todo lo que se oponga a nuestro paso”. Este recorte de prensa nos presenta a la élite de la burguesía catalana, 5000 comensales, celebrando su nacionalismo/regionalismo.

Banquete con 5.000 comensales en el parque Güell


Evidentemente Carles Puigdemont, como antes Artur Mas no añade nada nuevo, salvo que han resucitado ese deseo y lo han hecho viral. Hasta hace no más de 20 años, el sentimiento separatista era escaso y no superaba el 10/15% de los habitantes de Cataluña; mayor porcentaje en las comarcas del interior y ligeramente inferior en Barcelona y el litoral fabril. Es conocido que el PSC ganaba las elecciones generales con rotundidad y CiU las autonómicas y teníamos a un Jordi Pujol nombrado "español del año"

Incluso el visionario Artur Mas consideraba el independentismo como algo fuera de lugar, hasta que fue a ver a Mariano Rajoy a pedirle dinero y este se lo negó:
 
 
 
 Pero vayamos al origen de las actuales demandas, cínicamente relacionadas con la guerra de sucesión y la caída de Barcelona el 11 de septiembre de 1714. Aquellas peticiones de autonomía procedían de fuera del sistema político, de la rica trama de entidades cívicas, culturales y económicas que poblaban Cataluña.Como bien explicaba el historiador Santos Juliá en un artículo de El País en octubre de 2014:
 el combate había comenzado alrededor de 30 años antes, cuando una élite de burgueses, profesionales e intelectuales catalanes salió a la palestra negando el supuesto sobre el que los liberales trataron de construir un Estado desde los tiempos de guerra contra el francés: la perfecta adecuación entre Estado unitario y nación española. Y en efecto, ya se mire la prolija Memòria en defensa dels interessos morals i materials de Catalunya, presentada al rey Alfonso XII en febrero de 1885, ya el más breve Missatje a S. M. Donya Cristina de Hausburg-Lorena, Reina Regent d’ Espanya, Comtessa de Barcelona, lo que aquellos catalanes afirmaban no era tanto que España no fuese una nación como que en el mismo Estado del que España era nación existían regiones con rango de nacionalidades. Entre ellas, Cataluña, por una diferencia de lengua, de derecho civil, de cultura, de historia, que se remontaba a la Edad Media, sustrato sobre el que habría de basarse una autonomía, entendida, según lo expresará en marzo de 1892 las Bases per la constitució regional catalana, como soberanía en su gobierno interior.
 
 Pero a partir de 1898, con la pérdida de las colonias y con ella el negocio de tejidos, algodón y licores, la burguesía catalana miró al gobierno central como responsable de su desgracia económica y en medio de la crisis moral y política provocada por el Desastre, la Unió Regionalista y el Centre Nacional Català decidieron dar el salto a la política creando en 1901 la Lliga Regionalista y competir, con singular éxito, en elecciones como partido político.
 
Que las intenciones regionalistas, antecedentes del España nos roba o la pela es la pela, eran económicas y cortoplacistas ya se vislumbraban por las mentes liberales como Práxedes Mateo Sagasta, co-creador del bipartidismo junto con Cánovas del Castillo, y que habían conseguido una sorprendente estabilidad nacional desde la Constitución de 1876; la de mayor duración de nuestra historia y que ya en la fecha que rememoramos, 21 de mayo de 1914, tenía 40 años de vigencia y sin guerras civiles.
 
 
 La gran conquista de los actuales dirigentes es haber conseguido movilizar a dos millones de ciudadanos que olvidando sus orígenes y el de sus padres, se han envuelto en la bandera separatista y así lo expresaba el Presidente Puigdemont en su reciente conferencia:
  En un plazo razonable, hablábamos inicialmente de 18 meses y vamos a ir más o menos en este calendario, estaremos en condiciones de convocar nuevas elecciones constituyentes que definirán un Parlament legitimado para elaborar una Constitución catalana, convocar un referéndum y luego formalizar la declaración de la independencia”. “Esta es la hoja de ruta que han trazado con sus votos y sus movilizaciones millones de catalanes, de forma pacífica y democrática, integradora e incluso alegre”, ha argumentado. Puigdemont ha insistido en tender la mano al Estado español para llegar a un acuerdo, pero ha avisado que el proceso no se parará por incomparecencia de la otra parte
¿Qué ha cambiado?, la cesión de competencia de educación y la ausencia del Estado que ha consentido que se manipulen las ilusiones de jóvenes que se encuentran en una situación de crisis económica y moral que les ha llevado a tener como alcaldesa de Barcelona a una antisistema como Ada Colau y condicionando el gobierno de la Generalitat a los herederos del POUM. El 91% de la población catalana tiene, entres sus dos apellidos, al menos uno típicamente “español”. Los cinco apellidos más frecuentes en Cataluña son, por este orden: García, Martínez, López, Sánchez y Rodríguez. Según datos de la propia Generalidad, el 55% de la población catalana mayor de 14 años tiene el castellano como lengua materna, frente al 31% que tiene el catalán. En Cataluña ni un solo conceller (ha habido 102 desde 1980) ha tenido como primer apellido uno de los cinco más frecuentes en Cataluña; el 80% de los miembros de la mesa del Parlamento catalán tiene los dos apellidos catalanes-catalanes.


 
Adjunto el enlace "nacionalismo y dinero", un artículo del historiador Álvarez Junco, autor de una valoradísima historia del S.XIX, Mater Dolorosa, en la que estudia documentadamente el fracaso de la idea de nación. En el artículo, de hace un par de años, resalto el párrafo final: El nacionalismo no es, pues, ni “burgués” ni capitalista. Su principal objetivo: asegurarse de que este trozo de pastel es solo nuestro, de los de aquí de siempre, de los que tenemos ocho apellidos, catalanes o lo que sea. Nada de libre mercado, excluyamos de la competencia a la mayoría de los posibles concurrentes. De ahí esas curiosas distorsiones que se producen en la política catalana: una sociedad en la que los apellidos más comunes son Pérez o García, que apenas existen en el Parlament representativo (véase Nacionalismo y política lingüística, de Thomas J. Miley).
 
Nacionalismo y dinero
 
 

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