lunes, 30 de mayo de 2016

75 AÑOS DEL HUNDIMIENTO DEL BISMARCK Y DEL VUELO DE HESS A ESCOCIA.

El mes de mayo, de hace 75 años, fue prodigo de acontecimientos poco conocidos pero importantes por sus consecuencias y enseñanzas. La IIª G.M. estaba centrada en acciones en sectores secundarios, como el norte de África; ocupación de Irak; liquidando los restos de Grecia y Yugoeslavia y preparando los alemanes su gran operación Barbarroja (la invasión de Rusia). Mientras y como base para acciones posteriores así como para evitar ataques sobre su retaguardia se puso en marcha la operación Merkur (la invasión de Creta), que iba a representar una novedad en la guerra: atacar una isla, sin el dominio del mar, mediante paracaidistas y planeadores. Era una experiencia nueva pues las tropas aerotransportadas solo se habían empleado, a menor escala, en la conquista del fuerte de Eben Emael (Canal Alberto)durante la invasión de Bélgica el 10 de mayo del año anterior. Ahora se emplearían fuerzas cien veces más numerosas, unos 15.000 hombres, para conquistar una isla guarnecida por fuerzas importantes que habían sido salvadas de Grecia y que estaba apoyada por la Royal Navy. También se le dio mucha importancia y publicidad de ida y vuelta al hundimiento del Hood, el mayor buque inglés y la posterior de su causante, el acorazado Bismarck. Pero hubo otro acontecimiento que pudo haber sido vital y haber cambiado el curso de la historia: el vuelo de Rudolf Hess a Escocia y empezamos con este


 En octubre de 1940, Adolf Hitler ya había dado instrucciones para preparar el ataque sobre Rusia y las tropas que habían estado dispuestas a cruzar el Canal de la Mancha habían empezado su traslado hacia zonas de concentración cercanas a la frontera rusa. Inicialmente a 150 km. Los meses de septiembre y octubre de 1940 habían terminado con la victoria de la RAF sobre la Luftwaffe y con el dominio del mar por la Navy, la invasión de Inglaterra para apartarlo de la guerra no podía ni pensarse. Hitler, que temía el doble frente, intentó por varios conductos que Inglaterra se aviniera a una paz negociada entre primos arios. En esta idea contaba con la ayuda del hermano, germanófilo, del rey inglés; a la sazón gobernador de las Bahamas y que había dimitido, en diciembre de 1936, de su responsabilidad real para casarse con la divorciada americana Willis Simpson. Durante 1937 los Duques de Windsor recorrieron Alemania donde fueron agasajados por Hitler, personaje que les impresionó.

Hitler con los Duques de Windsor (el abdicado Eduardo VIII)

En línea con estos deseos, Rudolf Hess le explicó a su amigo  Ernst Bohle, director de la oficina de asuntos exteriores del partido nazi, que tenía una “misión de alto secreto” de la que nadie, ni siquiera su familia, podía saber nada y que podía afectar al final de la guerra. Entre 1940 y la primavera de 1941 realizó varios vuelos (había sido piloto durante la Iª G.M.) que a día de hoy nadie sabe a ciencia cierta a dónde le llevaron –investigadores como Martin Allen creen que voló a Suiza para reunirse de forma secreta con Samuel Hoare, embajador británico en España y muy relacionado con los servicios secretos. También podía intentar la mediación de la neutral Suiza como anteriormente se había intentado en septiembre anterior por mediación de un medico sueco.
 
El sábado 10 de mayo de 1941, Rudolf Hess se puso el uniforme de teniente de la Luftwaffe y  se dirigió a Augsburgo, donde se hizo con un Me-110– (caza bimotor); dejó una carta para Hitler a su ayudante y emprendió su viaje. Voló sobre hacia el norte de Alemania, en línea recta hacia el Mar del Norte y las islas Farne (Northumberland) sobre las que giró hacia el Oeste hacia Escocia, momento en que fue detectado y dos Hurricane intentaron darle alcance, pero el Me-110 era el avión más rápido del momento y les esquivó. Localizado su objetivo, un palacete escocés, se preparó para lanzarse en paracaídas aunque no le fue fácil salir del Me-110; sólo pudo hacerlo situando el aparato boca abajo. Cayó cerca de una granja torciéndose un tobillo. Fue encontrado por un granjero que no entendía lo que Hess le decía y le denunció a las autoridades locales. Una vez identificado se le consideró prisionero de guerra y fue conducido a los cuarteles de Maryhill, en Glasgow. A partir de ahí comienza el misterio.

Rudolf Hess, en los 40; en su época de piloto y un Me-110

 El Gobierno inglés decidió guardar silencio pues no podía reconocer conversaciones de paz que hubiesen podido minar la capacidad de resistencia del pueblo inglés. Hess no consiguió convencerles y no descubrió el ataque a la URSS. La realidad es que el Führer, confiado en la lealtad y el silencio de Hess, mantuvo sus preparativos para la gran ofensiva hacia el Este. La “Operación Barbarroja” abría un segundo frente alemán, algo que Hess temía que sucediese. Mucho se ha especulado sobre las verdaderas intenciones de Rudolf Hess a la hora de realizar una hazaña que permanece entre los grandes “sinsentidos” de la Segunda Guerra Mundial. Todavía hoy existen posturas enfrentadas entre los historiadores sobre su papel en las negociaciones de paz y el papel de Hitler en todo este entramado. Aunque el Führer se apresuraría a afirmar oficialmente que su lugarteniente estaba loco, lo cierto es que investigaciones recientes apuntan a que el viceführer sabía lo que hacía y que si se metió en la boca del lobo fue por el engaño de los Servicios de Espionaje ingleses, que le hicieron creer que el Foreign Office pretendía la paz cuando sus intenciones parece ser que eran precisamente todo lo contrario. Hess podría haber puesto en riesgo la operación Barbarroja si la insinuaba..., seguramente intentó la paz de forma discreta.
 
Terminada la guerra, Hess fue juzgado y condenado  por el Tribunal de Núremberg,  a prisión junto con otros jerarcas nazis. Permaneció en la cárcel de Spandau bajo vigilancia de los cuatro países vencedores hasta su muerte en agosto de 1987, ¿por suicidio?, a la edad de 93 años. Los últimos 20 años de su vida fue el único preso de la referida prisión. Con su muerte se llevó su secreto que nunca divulgó. Apareció colgado de los barrotes de la ventana de su celda, a la que difícilmente podía llegar y menos con su cansado cuerpo.
 
Mientras sucedían estos hechos, el Estado Mayor alemán daba las últimas instrucciones para poner en marcha la operación Merkur, la invasión de la isla de Malta. En los planes había un punto débil y era que se había subestimado la fuerza de las defensas pues estas se habían reforzado con más de 25.000 hombres procedentes de la evacuación de Grecia. Así los asaltantes iban a enfrentarse a fuerzas superiores en número. Los alemanes controlaban el aire desde sus bases de Grecia y las italianas del Dodecaneso. Rommel estaba sitiando Tobruk y los defensores de Creta solo podían contar con la Royal Navy con base en Alejandría, a más de 600 km


Distancias exteriores, zonas de combate y lugares de lanzamiento

El 20 de mayo comenzaron los lanzamientos de paracaidistas y el aterrizaje de planeadores que tras duros combates conquistaron el aeródromo y así se facilitó la llegada de refuerzos con el aterrizaje directo de los transportes Ju-52. Hubo dos intentos fallidos de llevar refuerzos en pequeños barcos que la Royal Navy deshizo aunque a costa de fuertes pérdidas y uno italiano que si llegó a buen puerto. Se creó una polémica porque los soldados ingleses dispararon sobre los paracaidistas antes de que estos llegaran a tierra. La victoria se mantuvo indecisa los primeros tres días pero al final el poder aéreo de los mas de 500 aviones entre cazas y bombarderos terminaron por inclinar la balanza del lado alemán.
 
Los días 30 de mayo y 1 de junio la Royal Navy reembarcó a unos 12.000 hombre pero en la isla quedaron entre muertos y prisioneros más de 15.000. La Navy perdió 4 cruceros y 6 destructores hundidos y varios más dañados; incluyendo un acorazado y un portaaviones. Demostración evidente de la inferioridad de los barcos sin protección de caza frente a ataques aéreos. Los alemanes perdieron unos 7.000 hombres de los cuales más de la mitad eran paracaidistas,  en lo que su jefe el General Student dijo que había sido su tumba. 
 
Los resultados fueron mal interpretados por el Estado Mayor alemán y los paracaidistas no volvieron a actuar como tropas aerotransportadas y sí como infantería de élite. En la batalla por Montecassino se cubrieron nuevamente de gloria. Los Aliados aprendieron que sí son efectivos si actúan concentrados sobre objetivos locales y así los emplearon detrás de las playas de desembarco de Normandía para controlar accesos y crear confusión. Volvieron a fallar cuando el objetivo era lejano y estaba muy defendido como en Arnhem, operación "Market Garden". película interpretada por Sean Connery: Un Puente Lejano
 
 
Terminamos este breve repaso por la historia bélica de mayo de 1941, con un combate naval que protagonizó el famoso acorazado Bismarck. Así habremos tenido batalla terrestre, paracaidistas y ahora buques de superficie, si bien nuevamente comprobaremos como la aviación embarcada fue decisiva.
 
Tras la 1ª Guerra Mundial los tratados limitaban el tamaño y armamento de los buques de guerra; limitación que fue reiteradamente incumplida por los países que querían ser potencias navales. Dentro de ese incumplimiento la Alemania nazi puso, en 1936, la quilla al mayor acorazado de su época, el Bismarck. Botado en febrero del 39, terminó sus pruebas de mar en octubre del 40. Tenía en torno a 50.000 TRB a plena carga (3 veces nuestro crucero pesado Canarias). Este desplazamiento era debido a su fuerte blindaje y a la artillería más poderosa que entonces se embarcaba.

Acorazado Bismarck visto desde el Prinz Eugen

La marina de guerra alemana era infinitamente inferior a la Británica y su aportación a la guerra consistía básicamente en intentar destruir el comercio y el suministro naval a Inglaterra mediante la fuerza submarina. Las unidades de superficie no podían afrontar un combate global con la armada inglesa pero sus unidades podían igualmente emplearse para interceptar convoyes. En esa línea Hitler dio la orden de zarpar al Bismarck acompañado de tres cruceros pero dos de ellos habían sufrido desperfectos en el puerto de Brest, por ataques aéreos británicos y al final solo se hizo a la mar acompañado por el Prinz Eugen, crucero pesado de 18.000 TRB, armado con 8 cañones de 203 mm.
 
 
 
El 19 de mayo, el capitán del Bismarck,  Lindemann inició la navegación  en pos del Prinz Eugen. Ambos barcos estaban bajo el mando del almirante Lütjens. Cuando llevaban un día de navegación y parecía que su salida había pasado inadvertida, se toparon con un barco sueco y a partir de ahí solo era cuestión de horas que su salida hacia alta mar fuese conocida por los ingleses. después de una pequeña escala en Bergen para repostar, salieron a mar abierto en dirección norte para acercarse a la banquisa de hielo. los días 21 y 22 fueron de máxima actividad naval con desplazamientos de buques de escolta y aviones para intentar localizar a ambas unidades.

Crucero de batalla Hood.

El 23 a mediodía entraban en los estrechos de Dinamarca y la fortuna se alió con los ingleses y dos cruceros de vigilancia los localizaron gracias a que uno de ellos, el Suffolk, tenia radar. Los alemanes intentaron eludirles pero el radar les mantenía localizados. Lütjens, una vez descubiertos, pensó en volverse pero al final decidió seguir. Con las coordenadas y la previsión de ruta, el almirante Holland dirigió a sus unidades, el crucero de batalla Hood (46.000 TRB) y el acorazado Prince of Wales (45.000 TRB y 10 cañones de 356mm) a su encuentro que se produciría al amanecer siguiente; según sus cálculos. Estos dos eran superiores en su conjunto a las unidades alemanas
 
Armamento principal del Hood                        Ídem del Bismarck                                
1941:                                                                            
  8 cañones de 381 mm                                     8 cañones de 380 mm
• 14 cañones AA 101 mm (7 × 2)                   12 cañones de 150 mm
• 24 cañones AA "pom-pom" de 40 mm        36 AA de 20 y 37 mm
• 20 ametralladoras Vickers de 12,7 mm       Múltiples montajes ametralladoras
Protección
Cinturón: 305–152 mm                               130-340                                                                                
• Cubierta : 19–76 mm                                  80-120
• Barbetas: 305–127 mm                             230-340
• Torretas: 381–279 mm                              360-130
• Torre de mando: 279–229 mm                  360-230
• Mamparos: 102–127 mm
 
Al amanecer del día 24, se avistan ambas formaciones y tras reducir la distancia empieza el intercambio de andanadas. El primero en ser alcanzado es el Hood por los disparos del Prinz Eugen pero sus daños carecen de importancia pero no así cuando 8 minutos mas tarde le alcanza la 5ª salva del Bismark que hunde su cubierta y hace estallar su santabárbara. El Hood se hunde rápidamente arrastrando a sus 1400 tripulantes, de los que solo se salvaron tres. Sobrecogidos por lo visto , los barcos ingleses inician la huida tras recibir varios impactos. Hasta aquí la parte positiva para los alemanes que celebraron el éxito frente al buque insignia inglés. Una gran unidad había sido hundida y otra se daba a la fuga; pero no todo eran noticias positivas. Un disparo había perforado un tanque de combustible del Bismark que le hacía perder reservas y Lütjens decide volver hacia un puerto francés y dejar que cumpla su misión pirata el Prinz Eugen. El capitán de éste, al cabo de tres días hizo caso omiso y el 1 de junio entraba en Brest.
 
El resto del 24, el Almirantazgo sumido en la sorpresa por el hundimiento del Hood recibe la orden conminatoria de Churchill: "hundid al Bismarck". Se retiran buques de escolta de convoyes próximas y se da la orden de zarpar a la Fuerza H con base en Gibraltar. El 25 están a la caza 2 portaaviones, 2 grandes acorazados, 6 cruceros y más de 20 destructores. Hay un ataque fallido de aviones torpederos y el Bismarck desaparece de sus radares. Piensan que se dirige hacia la costa americana y se cruzan con él hasta que un error al transmitir un largo mensaje por radio desde el Bismarck permite su localización, primero con error planimétrico de coordenadas pero resuelto el mismo la jauría cierra la trampa.
 
El 26 a última hora el Bismarck sufre el ataque de 15 aviones  torpederos del Ark Royal, de los cuales uno alcanza la popa, inmovilizando el timón; un daño insignificante salvo que no le permite maniobrar. El gran navío está herido fatalmente pues todos sus intentos de arreglarlo fallan y el gran pez sigue girando mientras espera la llegada del amanecer cuando los acorazados y cruceros ingleses se acerquen para cañonearlo a placer. El 27 a las 11:00 ya no responde al fuego y dos cruceros se acercan a darle el golpe de gracia con unos torpedos y a recoger a los náufragos. Cuando llevan recogidos 125 tripulantes dan la alarma por un supuesto periscopio de submarino y se abandona el rescate. Se habían perdido 2000 vidas y nuevamente se demostraba que las grandes unidades estaban perdidas si carecían de apoyo aéreo.
 

Avión torpedero Sworfish

Al tiempo que el Bismarck espera su final, el almirante Otto Schniewind, Jefe del Estado Mayor del SKL, solicitó a la Armada española el envío de naves de auxilio previendo el desenlace final de la batalla. El 27 de mayo de 1941 a las 11:40, cuando ya el acorazado había zozobrado, zarpó de la base de Ferrol el crucero pesado Canarias, que llegó a la zona del hundimiento en la noche del 29 de mayo. Allí se encontró con un submarino alemán y, en la madrugada del 30, con el buque meteorológico alemán Sachsenwald. Tras recorrer la zona únicamente logró rescatar los cadáveres de dos marinos alemanes, que fueron devueltos al mar con todos los honores.
 
Video resumen del hundimiento del Bismarck:

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