lunes, 11 de mayo de 2015

Los errores de Goering que ayudaron a Hitler a perder la guerra

 
Nos encontramos en una semana llena de aniversarios, bélicos, de la aún reciente IIª Guerra Mundial y aunque es la materia sobre la que más libros se han escrito, no paran de aparecer novedades como el último libro, escrito por el sueco Christer Bergström,  sobre la batalla de las Ardenas del invierno de 1944-45 y en el que valora si la decisión de Hitler fue acertada, es lo que defiende, o errónea; si bien al final el más beneficiados fue el ejército ruso.

Para llevar a cabo esta ofensiva que comenzó el 16 de diciembre de 1944, el ejército alemán reunió una masa de 300.000 hombres con 1.800 tanques y cazacarros y 2.400 aviones, en un desesperado intento por cambiar el curso de la guerra. Al cabo de siete semanas, los supervivientes, volvieron sobre sus pasos y si bien demostraron que sus tanques Tigre y Pantera eran mejores que los tanques  Sherman, sus abastecimientos cortados por la numéricamente superioridad aérea, no impedida por Goering, terminaron por pasarles factura.

 
Efectivamente retrasaron en un par de meses la victoria aliada (anglo-americana) pero debilitaron sus tropas en el este y el ejército ruso avanzó y ocupó mayor territorio del que habría conquistado si hubiese tenido enfrente a las tropas empleadas en las Ardenas. El final, en diciembre de 1944, ya estaba escrito y lo único que se consiguió fue beneficiar con mayor territorio a los rusos y perjudicar a la población civil alemana que soportó la mayor ocupación rusa.

Fue, posiblemente, el último error estratégico que llevó al ejército alemán a perder la guerra. El primero fue, sin duda, la valoración estratégica del ejército ruso y su capacidad para aprovechar sus recursos, su enorme superficie y las ganas de defender a la Madre Patria.

La valoración que el Estado Mayor alemán y el propio Hitler tenían del ejército ruso era baja pues había sido derrotado en la Iª G.M.; no había sido capaz de vencer al ejército polaco en su guerra de frontera de 1920; había diezmado a sus mariscales, generales y jefes de división y brigada durante las purgas de Stalin de los años 1936/39 y había empleado cuatro meses en doblegar a la pequeña Finlandia en el invierno de 1939/40.

Con la Europa del oeste ocupada y convencido de la superioridad e invencibilidad de su ejército,  Hitler pensó en poner en marcha la operación Barbarroja el 22 de junio de 1941. Pero el año transcurrido desde la ruptura del frente francés en Sedán el 10/11 de mayo, no lo empleó en corregir una serie de errores en que había incurrido su segundo en el poder: German Goering.

Cuando el 20 de mayo sus vanguardias acorazadas llegan al canal y en contra de la opinión de los ejecutores directos: Guderian y Rommel entre otros,  Hitler se dejó convencer por Goering de que solo con la Luftwaffe era posible derrotar a los ingleses e impedir su evacuación. Esto permitió que se escapara el 80% del Ejercito Expedicionario inglés y con él se reforzara la capacidad de defensa de la isla, aumentara el orgullo y creara la base para la reorganización del ejército.

Cuando en agosto/septiembre de 1940, en plena batalla de Inglaterra, se intenta derrotar a la RAF para así poder desembarcar en Inglaterra, se observa que Goering no había dotado a la todopoderosa Luftwaffe  con aviones estratégicos capaces de volar a grandes distancias con grandes cargas de bombas y defenderse con numerosas ametralladoras,  ni con aviones de caza con suficiente autonomía para acompañarlos durante toda la misión. El Messerschmitt Me-109, era comparable al mejor caza inglés, el Spitfire, y superior al Hurricane, pero de autonomía limitada.




Este error no se subsanó posteriormente y así no se pudo impedir ni dificultar que las fábricas rusas, trasladadas más allá de los Urales, produjeran miles de tanques T-34 y aviones, con los que recuperarse de las enormes pérdidas de material sufrido en los primeros meses de la operación Barbarroja.

También Goering se equivocó al trasladar los ataques de la Luftwaffe de los aeropuertos y bases de la RAF a las ciudades y a Londres concretamente, cuando estaba consiguiendo el dominio del aire. Aprovechando un bombardeo por error sobre Londres, Churchill ordenó un bombardeo sobre Berlín para provocar la irritación de Hitler y Goering y a cambio de sufrir en la ciudad de Londres, darle un respiro a su aviación de caza. Al final Inglaterra no fue invadida y dos años después, con una potente aviación estratégica, los aliados machacaron Alemania desde el aire


En la segunda fase de la decisiva batalla por Stalingrado, librada entre el 23 de agosto de 1942 y el 2 de febrero de 1943, cuando los rusos cercaron al 6ª ejército alemán, nuevamente Goering se comprometió a abastecer las necesidades de los 250.000 cercados mediante su Luftwaffe y nuevamente fracasó. Fue la batalla que cambió el rumbo de la guerra y demostró que el ejército alemán no era invencible.


El último error de Goering fue no priorizar la producción de los cazas a reacción alemanes, con los que conseguir la superioridad aérea que podría haber paralizado e impedido los bombardeos de suelo alemán, que a partir del verano de 1943 dificultaron los transportes y la producción bélica. El desembarco de Normandía difícilmente se habría llevado a cabo sin superioridad aérea. El Messerschmitt Me 262 fue el primer caza a reacción en entrar en combate en 1944, cuando su desarrollo se planteó en 1938 y en 1941 ya voló el prototipo. El total de aviones a reacción producidos en 1944 casi llegó a mil unidades y en medio 1945 se llegó a más de 600 unidades y los aliados no tenían nada parecido. ¿Qué habría pasado si no hubiesen perdido un año?







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